viernes, 15 de octubre de 2010

La casa de la esquina...


Autora: Macarena Ríos.

Erase una vez, en un pueblo casi despoblado, una casa en la que habitaban cinco personas. Marcos, Mirta y sus tres hijos, Julio, Andrés y Sofía, los nuevos dueños de la casa.
Marcos y Mirta habian comprado el inmueble que estaba en una esquina. Esa casa parecía tener buen aspecto, pero no era así..
Allí vivían sus antepasados, pero ellos no sabían nada de esto. Sus vecinos la llamaban "la casa embrujada", porque allí habían fallecido dos personas y todavía no saben el motivo por el que murieron.
Los nuevos dueños estaban muy contentos por su nueva casa porque era antigua y muy grande: tenía cuatro habitaciones, dos baños, lavadero, living, comedor, cocina y un sótano, un gran sótano. En ese lugar habían muchas herramientas de trabajo. Marcos, como recíen llegaba, las usó para hacer algunas modificaciones en la casa.
En la primera noche en la casa, Mirta cocinó un rico pollo al horno. Julio ya era grande, tenía 20 años y estudiaba en la Facultad. Andrés y Sofía eran mellizos, tenían 15 años. Ellos habían encontrado en el sótano una pelota para jugar al voley, se divirtieron mucho ese día.
De repente, Mirta gritó: "¡A cenar, está la cena servida!". Marcos les dijo a sus hijos: "Vamos todos a la mesa". Julio no tenía hambre asi que se quedó en su pieza.
Al terminar la cena Mirta y Marcos, rendidos por el día que tuvieron, se fueron a dormir. Andrés y Sofía se quedaron un rato más despiertos y al rato se fueron a la cama.
En el transcurso de la noche se escucharon ruidos de muebles, siendo alrededor de los 4 de la madrugada. Los chicos estaban asustados al igual que Mirta. Marcos salió de su pieza para ver lo que pasaba y vio que todos los muebles estaban corridos, estaban de la misma forma como cuando se mudaron, cuando llegaron a la casa. Marcos quedó sorprendido y a la vez asustado, prendió las luces y llamó a su familia. Mirta al ver que estaba todo modificado dijo: "¡Y esto quién lo hizo!". Marcos respondió: "¡No sé, ya estaba todo así!". Los chjicos seguían asustados. A pesar del profundo temor, todos volvieron a la cama.
Al empezar el nuevo día, Marcos y Mirta fueron a la iglesia para ser recibidos por el cura, el Padre Luis. El Padre les preguntó que los traía por la parroquia tan temprano. Ellos le contaron sobre la casa y lo que había pasado.
El Padre les dijo: "Yo iré a bendecir esa casa". Al ir al lugar, el Padre reconoció la casa y les contó que conocía a los anteriores dueños. Contó que la ex dueña de la casa era una señora buena y muy respetada en el pueblo. Pero el dueño, no. Era una persona mala y muy perversa, era un leñador que tenía por costumbre maltratar a las personas. Un cierto día, la noticia sacudió al pueblo: había matado a su mujer a martillazos. Además, continuó diciendo el Cura, luego tomó un arma y se había pegado un tiro en la cabeza. Desde allí, esa casa jamás pudo venderse. "Todo eso hasta hoy", dijo el Padre.
Marcos y Mirta quedaron sorprendidos, pero ellos querían estar seguros. Entonces salieron a preguntar a los vecinos. El vecino de la esquina no le abrió la puerta., pero otro le dijo: "Váyanse de esa casa, está embrujada".
Al llegar la noche, la familia cenó y cuando llegó la hora de irse a dormir, no se separaron. Se quedaron dormidos y de repente otra vez ese ruido que causaba temor. Marcos salió de la cama para ver lo que pasaba y otra vez lo mismo, pero con una nota en uno de los vidrios: "Váyanse de aquí, ésta es mi casa".
Marcos fue al dormitorio y le contó a su familia. En ese momento decidieron irse y fue allí cuando agarraron sus pertenencias y se fueron, para no volver más a la casa de la esquina...

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